viernes, 1 de diciembre de 2006

Reflexiones para un Legionario



Cierto día entró a su iglesia un Director Espiritual cuya experiencia incluía praesidia de adultos y juveniles, Curiae Juveniles y de adultos y algunas otras actividades legionarias.
Se sentó ante una imagen de Nuestra Señora. No quería propiamente hacer oración, si no era incidentalmente; quería simplemente charlar con la Reina de los Cielos.
Empero ahora tenía un propósito especial. Este estaba lejos de ser una admirable y a veces heroico servicio prestado a la Legión y a la Religión misma por los Directores Espirituales en el mundo. Se congratuló con su Madre María por la perfección de tantos de sus hijos. Pero no era este el objeto de la presente entrevista. Estaba admirado de la extraña oposición (así le parecía a él) de una parte del Clero a la Legión o de su decidia para fundarla cuando se le pide y también de la flojedad de ciertos Praesidia que no florecen ni desarrollan cuando han sido ya establecidos.
Por eso se puso a examinar su experiencia en la Legión para ver si podía encontrar una adecuada respuesta.
Recordó cuanto tiempo tardó antes de iniciar la Legión en su parroquia. Había expresado las excusas habituales; las consideró valederas en ese tiempo: "falta de miembros adecuados", "otra actividad más en la parroquia en la que hay ya tantas", etc. Pero todas cayeron ante la gentil insistencia de los legionarios empeñados en trabajos de extensión que le visitaban semana tras semana. Ahora, a la luz de su posterior experiencia, puede medir cuan débiles eran esas excusas. Empero él las había formulado. En consecuencia, levantó la mirada a la estatua de la Virgen y pidió perdón.
Luego, cuando el primer Praesidium fue ya fundado, acaso no fue para él otra ocupación más en la parroquia, que se podía dejar siempre que fuera posible?. Fue necesario algún tiempo para llegar a comprender la necesidad, si se querían buenos resultados, de una "puntual y constante asistencia".
Por cierto, tan pronto como llegó a comprobar las magníficas oportunidades para realizar su trabajo sacerdotal, primero entre los mismos miembros, y luego por intermedio de ellos, entre las almas que, excepto para la Legión, se habían puesto fuera de su alcance y habían perdido la gracia; entonces experimentos gran entusiasmo y sintió crecer su mismo progreso espiritual con más rapidez y mayor conciencia que antes. Y todo esto lo hubiera podido perder por su negligencia!.
Siguiendo similar línea de pensamientos comenzó a recordar cuántos ensayos tuvo que hacer para para acercarse al Manual. Había pensado, al principio, que podía seleccionar y escoger: en verdad, tenía él y tenía su Praesidium que estudiar todo este rígido sistema?. Deberían tener que proseguir hasta el fin, por ejemplo, visitando a los sectores más abandonados de la sociedad y observando las prescripciones sobre la oración y la insistencia sobre el trabajo sólido y los informes objetivos; acaso no hubiera podido usar su prudencia y hacer cosas mucho más fáciles para él mismo y para los miembros? Por ejemplo dispensarles del rosario cuando apenas habían podido llegar para la bendición, etc.
A la luz de su experiencia podía ahora sonreírse de estas simplezas. Veía ahora la necesidad de cumplir la prescripción que entonces le parecía casi arrogante "Si no puede seguir el sistema con exactitud, no inicie un praesidium, o al menos no lo llame Legión".
Bien, esto era razonable. Tiene aplicación también en el deporte, fútbol, tennis, etc., siga todas sus reglas o llame a su juego con cualquier otro nombre; así todos sabremos a que atenernos.
Ahora el Director Espiritual sintió, vió los frutos y el valor de todo lo que el Manual ofrece y prescribe: lo comprendió no como algo que limita sino como algo que abre nuevos horizontes para la conquista y nuevas perspectivas de acercamiento humano.
Pero todavía le perturbaba una cosa. Había asistido a las reuniones, dado consejos cuando le solicitaban, animado y guiado con pasos seguros al praesidium encomendado a su cuidado? Y la santidad había desarrollado o tratado de desarrollar la santidad en cada miembro?. Y si no, obedecía este descuido a que había disminuido la búsqueda de la santidad impuestas por los deberes parroquiales?.
Ciertamente, era la verdad. Y consciente de ello, había vuelto con más regularidad a impregnar su propia alma con la gracia divina, como lo había decidido cuando seminarista, como le habían recordado sus superiores, como lo había prometido en sus retiros. Acaso no había sido la Legión con sus insistencias en nombre de la Madre de Dios, la que había renovado en su propósito de tener siempre a la vista la santidad?. Y acaso desde ese momento no había comenzado la santidad a expandirse en los miembros del praesidium?.
El sacerdote levantó la mirada y le pareció que la imagen le sonreía. De todos modos comprendió que su Madre del Cielo estaba complacida de sus pensamientos y quería ayudarle a eliminar todas aquellas cosas que impedían su completo y fructuoso servicio como Director Espiritual de sus praesidia.
Y si era así, rogaría que Ella inspirara, a su vez, a todos los Directores Espirituales que se sentían inferiores a su tarea, en aquello que él mismo se había encontrado deficiente, de tal modo que todos llegaran a reconocer y adoptar tan maravilloso y fundamental método en el Reino de su Hijo?.
Así, reconfortado, se levantó hizo una genuflexión, sonrió a la imagen y con renovado ardor volvió a sus deberes que le estaban esperando.

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