viernes, 27 de febrero de 2009

TIEMPO DE CUARESMA 2009


Cuaresma es el camino hacia la Pascua. Es un tiempo de esperanza activa y de preparación exigente. O sea un tiempo de conversión.
Nos anuncia que dentro de 40 días será la Pascua. Tenemos que hacer algunos preparativos y añadir algunos esfuerzos para realizarlo convenientemente. Pero teniendo los ojos fijos en esa meta.
La CONVERSIÓN no es un conjunto de prácticas ascéticas (persona dedicada a la práctica y ejercicio de la perfección espiritual). El ayunar, hacer oración o dejar de hacer algo: como fumar, ver televisión, etc. Tampoco es el esfuerzo por corregir defectos o progresar en alguna determinada virtud. Ni una serie de buenos propósitos de los que nos iremos olvidando progresivamente con el tiempo.
La CONVERSIÓN es algo más radical, es un cambio de la mente y el corazón, cambio del ser entero, es volver a nacer. Es cambiar un corazón de piedra por otro de carne; sacrificar nuestra vida vieja, clavando en la cruz las raíces del pecado; es un morir con Cristo, para Resucitar con Él. Sin muerte no hay Resurrección; si no nos convertimos, no podemos celebrar la Pascua.

Miércoles de Ceniza es el comienzo de la santa Cuaresma. Es un tiempo fuerte, intenso, gozoso; sirve de preparación. No debemos quedarnos en ritualismos; sino que la liturgia que se va celebrando se vaya haciendo realidad en nuestras vidas. Las palabras, oraciones, gestos nos llevarán a la conversión, hasta llegar a la meta de Cristo, solamente mirándolo a Él, el que inicia y consuma la fe (Hebreos 12,2).
Hay que mirar lo positivo (Cristo) que lo negativo (nosotros). Al mirar nuestros pecados podemos terminar desesperados y traumatizados. Si nos revestimos de Cristo, nos llenaremos de estímulo y entusiasmo. Pero no con nuestras fuerzas y deseos; es preciso que Él nos atraiga, nos arrastre, nos empuje con el viento de su Espíritu. Más que ir a Él, somos atraídos.

¿QUÉ SIGNIFICA LA CENIZA, LA LIMOSNA, LA ORACIÓN Y EL AYUNO?
Las cosas, los ritos y los gestos en sí mismos no son nada si no miramos los signos y el significado, por el fin para lo que se hacen y por el espíritu con que se hacen.
LA CENIZA es nuestra fragilidad humana, mortal y pecadora. Nos convence de la necesidad del evangelio, de aceptar y creer en la Buena Noticia. El evangelio es capaz de transformar las cenizas en luz.
Nos imponemos la ceniza para comprender que nuestra propia ceniza puede ser redimida y resucitada. Es ceniza consagrada.
LA LIMOSNA puede ser el ropaje del orgullo. Sólo vale si procede de la misericordia y el amor.
LA ORACIÓN puede ser un acto de autocomplacencia. Es buena si es fruto del espíritu y el amor.
EL AYUNO puede alimentar tu vanidad. Para agradar al Padre se hace con humildad y caridad. Es una llamada a la austeridad y la solidaridad. No es para mortificar el estómago, sino el egoísmo. Para ser libres contra el consumismo. Para compartir con los que ayunan por necesidad todos los días. Ayunamos desde el amor y para el amor.

Señor, recibe nuestra espera y transfórmala en esperanza :
· Las esperas son negativas, cuando nos cruzamos de brazos.
· Son vacías, cuando nos impacienta y nos pone nerviosos.
· Son temerosas, cuando nos asusta el futuro y creemos en mala suerte.
· Son POSITIVAS, cuando tenemos esperanzas, cuando nos eleva e ilusiona el objeto de nuestra espera.
· Que comprendamos que te esperamos a Ti.

Señor, recibe nuestras lágrimas y transfórmalas en plegaria :
· Muchas veces no podemos contener nuestras lágrimas, aunque no se vean, porque se lloran por dentro.
· Por el dolor propio o ajeno; por el fracaso o arrepentimiento; por el amor herido; por la muerte de un ser querido.
· Por la pena honda o emociones fuertes, como arroyos de consuelo.
· Transfórmalas en esperanza y bienaventuranza; en oración como las tuyas con gritos y lágrimas.
· Que el Padre escuche los gritos o silencios y las lágrimas.

Señor, recibe nuestras alegrías y transfórmalas en regalo :
· Que nuestra alegría nazca de adentro porque es un don divino.
· Que sea una alegría que perdure para siempre.
· Que nuestro rostro se vea iluminado y alegre.
· Que sepamos sonreír en el sufrimiento y contrariedades.
· Que sepamos compartirlas con los demás. Que nuestro humor sea un regalo. La risa un optimismo.
· Recibe nuestros gozos y emociones; que no sean superficiales.

Ayúdanos Señor, que en esta Cuaresma se haga realidad nuestra verdadera conversión, como prueba de nuestra fe y santificación para la gloria de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

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