jueves, 14 de diciembre de 2006

Navidad Magica




NAVIDAD es un nombre que tiene algo de mágico, de misterioso, de esperanzador para todos. Lo admirable es que, tratándose de una fiesta puramente cristiana, se haya impuesto en el mundo entero como una breve época de unidad, de reunión, de alegría y de esperanza.Todo ello emana de una verdad histórica: que Dios amó tanto al mundo, a las personas que lo habitan, que por salvarlas envió a su Unigénito, igualmente Dios, en la realidad de un hombre. Jesús es el Dios-hombre, el Amigo por excelencia, el Salvador, el Orientador con su doctrina hacia metas elevadas: el Juez que definirá nuestro eterno destino, el Hermano que desea para todos la gloria envidiable del Reino de los cielos.La realidad histórica de su llegada está bien descrita por quienes fueron compañeros de trabajo apostólico durante tres años, o por quienes recibieron confidencias directas de ellos. El Evangelio, en sus cuatro porciones, es tan histórico y real como el más fehaciente libro de la antigüedad y de hoy.El acontecimiento de la Navidad, que conmueve el mundo a sus veinte siglos de vigencia, lo narra Lucas con un estilo de avezado periodista: María da a luz a Jesús, lo envuelve en pañales y lo coloca en una pesebrera de la gruta de animales. A los pastores, que cuidaban los rebaños, se les aparece un ángel lleno de claridad y les anuncia la noticia sensacional: ha nacido en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Jesús.Se suma al ángel todo la multitud de seres celestiales que cantan: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra gracia y paz a los hombres de buena voluntad" (Lc. 2, 16). Los pastores buscan al Niño, se postran ante Él, y cuentan a María y José las maravillosas apariciones de esa noche.Ahí está, según el ángel, la "buena noticia que vengo a comunicarles que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo".Esa es la Navidad: el Dios Creador que se hace Niño; el anuncio de los ángeles que señalan la importancia mundial y perseverante de la aparición; la invitación a los pastores de que se asomen a buscar y venerar a su Salvador; y el gozo de los pastores al comprobar que todo era cierto y que Dios se había acercado a ellos, humildes habitantes del campo.Desgraciadamente, la malicia y la ambición humanas han prostituido la simpática y espiritual Navidad: para los comerciantes es la ocasión preferida para vender toda suerte de mercancías, tengan o no relación con el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios; para los restaurantes es la oportunidad de anunciar sus exquisitos platos regionales y nacionales, a fin de cazar al hombre por la boca; pero los organizadores de las salas de fiestas y de las discotecas es el momento de celebrar reuniones de danzas y alcohol para olvidar penas; para los folclóricos es la hora de las nuevas aportaciones musicales o del recuerdo nostálgico de las épocas pasadas; y para la mayoría no es sino la cita familiar, con la mejor cena que puedan organizar y... nada más.Para la inmensa mayoría de católicos y no, ¿dónde queda el misterio de la Navidad? La Buena Noticia de los ángeles es sólo la comida, la diversión, el regalo especial, la cena opípara, la distracción en enviar felicitaciones y montar belenes o árboles de Navidad. No imitan a los pastores para quienes lo más importante es acudir a la búsqueda del Niño Dios, adorarle y venerarle, comprender que es el Salvador que le asegura el Reino con toda su felicidad, admirar la forma en que ha llegado el Creador al mundo, no entre el lujo de caravanas de camellos sino en la intimidad de una gruta. Más pobre, imposible, aún más que los mismos pastores; pero más rico que ninguno porque es manantial de todas las riquezas que hay en el mundo. Y ellos no hablan de salas de fiesta, ni de comilonas, ni de regalos, ya que han comprendido toda la profundidad de ese misterio que supone que Dios se haya acercado tanto a cualquier persona de antes y de hoy.Eso basta para una consoladora Navidad: ni bailes, ni cenas, ni diversiones, ni regalos, ni árboles. Solo basta con el Niño, con el diálogo que podemos instaurar con Él, con nuestra correspondencia afectiva a su cariño, con nuestro deseo de fidelidad a su mensaje, con nuestra ilusión de sentirle vivo y tierno en nuestros brazos.La Navidad está prostituida; ya que para muchos es solo un nombre mal empleado. Aún estamos a tiempo de purificar su contenido divino.




Feliz Navidad Comitium Arquidiocesano de Arequipa "Maria Medianera"


son deseos Sinceros de su presidente Hno. Cesar Navarro


1 comentario:

Anónimo dijo...

feliz navidad a ti que todo deseo se cumpla y puedas dirigir como maria lo quieres